martes, 3 de julio de 2012
Egotrón, el irreparable
no hay maquinaria ni mecanismo: un hombre es tan sencillo y demoledor como una cortina alzada por el viento, las cosas no son tan complicadas en la vida, son simples, llanas, indetenibles, irreparables, la diferencia está en la materia con la que se construye lo irremisible de cada acontecimiento, un hombre es un fracaso no un triunfo, en este caso un fracaso engranado que va por la carretera a exceso de irreparabilidad: un carro, un hombre, un niño, un robot de juguete, un paisaje que va quedando atrás, todo queda siempre atrás, el adelante no existe pero hay que intentarlo, quiero hacer pipí papá dice el niño sin mirarle mientras practica la onomatopeya de la destrucción que se produce al moverle una pierna al robot, ya para este momento deben haberse dado cuenta piensa el hombre, ya para este momento deben haberse dado cuenta vuelve a pensar el mismo hombre, quiero hacer pipí papá repite el mismo niño, su ingenuidad fría, afilada y cruel queda latiendo en el aire, el ring ring ring del teléfono queda latiendo intermitente en el aire del apartamento vacío del hombre, ya deben haberse dado cuenta, ya deben estar buscándonos, sólo falta un poquito hijo, aguanta un poquito más, aguanta un poquito más le dijo a la madre pero el fracaso ya estaba consumado, bello, completo, pleno, inaplazable, el único fracaso eres tú, el único fracaso soy yo, nosotros es un fracaso de trescientos sesenta grados, un hombre no es un robot, no es una maquinaria ni un mecanismo, un hombre se equivoca, fracasa, se degrada en su propio ejercicio de humanidad, un hombre siempre es algo único en su imperfección, un hombre es tan imperfecto que nunca es el mismo, siempre está cambiando, siempre es diferente, es tan imperfecto que muere, tiene que morir, la muerte es la única redención del hombre, un robot en cambio es perfecto, nunca muere porque nunca vivió, en todo caso se le destruye, se le transforma, se le reconstruye, un hombre es una idea rota que se intenta aglutinar, es imposible para un robot fracasar, el que fracasa es el hombre que lo programa, el niño lo sabe, el niño lo sabe todo mejor que el hombre, un niño sabe que nada es importante, o no lo sabe, que es lo mismo que no darle importancia alguna a algo, él lo sabe todo desde la infinita certeza de la intuición, él sabe que los robots nunca se equivocan, todo lo hacen bien, hasta cuando están mal programados el error lo ejecutan de manera correcta y eficaz, un robot nunca hubiera huido, un robot hubiera utilizado alguna de las ventajas que le da su condición de ajenidad al fracaso, tofggggrgrrrrrggggg hace el robot en la boca del niño al moverse, se han activado sus rayos positrónicos de convergencia dual y se han iniciado los programas de gestión autosostenida, ssssssssuuuuuuuuuuuusssssssssssh despega el robot propulsado por la mano del niño, comienza la expedición, el vuelo de reconocimiento busca el techo del carro, pasa cerca del brazo del hombre, regresa, no hay ninguna novedad, el robot comprueba que todo está en orden, todo en calma, la calma es la tormenta demoledora de la soledad, un robot no puede sentirse solo, un robot no tiene punto de comparación consigo mismo para sentirse solo frente a otro, un hombre no es ni una maquinaria ni un mecanismo, un hombre es una soledad en sí misma, llana, irreparable, consumada, un niño es una soledad que no se ha percatado de sí misma aún, el teléfono vuelve a repicar con insistencia asesina en el apartamento del hombre, la puerta del balcón quedó abierta, el viento alza la cortina, la cortina baila al ritmo del repique, la soledad hace un vuelo de reconocimiento, todo en orden, todo en la calma de la tormenta, todo en una ausencia furiosa, ausencia y furiosa no son buenas palabras para estar juntas en la cabeza de una mujer, no son buenas para escribirse seguidas en la historia del fracaso irreparable de un hombre, un robot de juguete y un niño, tuituituituituituituituitui suena la alarma en la boca del niño, algo está pasando, algo siempre está pasando, alerta, alerta, el robot queda levitando en la mano diminuta, escrander de seguridad activado, el hombre mira al niño, ambos esperan a que se manifieste el peligro invisible, en eso un hombre es como un robot, siempre esperando a que se manifieste un peligro invisible, toouuuuf toouuuf dos misiles salen de la pequeña boca y hacen estallar a un centinela que amenazaba con extrapolar la dimensión telemática del carro en movimiento, la situación ha sido controlada, el equilibrio ha sido restablecido, el robot de juguete en la mano del niño ha logrado en segundos lo que no ha podido el hombre en toda su vida, con toda su vida, a pesar de toda su vida, el robot no sólo vio el peligro, el robot se ocupó del peligro, el robot distingue la diferencia entre inminente e innecesario, el centinela estaba camuflado de aire, en esto los hombres se parecen a los centinelas, ambos usan el aire de camuflaje, ambos están camuflados de las circunstancias que viven en el aire, papi ya no aguanto las ganas de hacer pipí, el hombre se orilla, el hombre y el niño se bajan, el hombre le desabrocha el pantaloncito al niño, el niño le entrega el robot de juguete al hombre, le mira unos segundos, quiere estar seguro de que puede confiar en él, quiere estar seguro de que el hombre puede sostener en una sola mano la incapacidad de fracasar, el hombre toma con éxito a Egotrón, lo siente listo, consumado, inaplazable, perfecto, irreparable, húmedo de sudor, el niño voltea, ya no le importa si puede confiar en el hombre, nada es importante, nada importa, si las cosas importaran no fueran irredimibles, el niño activa el chorro de propulsión telemática de su propio cuerpo, comienza a moverse, a escribir con urea un mensaje encriptado en la tierra, nadie lo va a leer, el hombre cierra la compuerta de la mano, le da albergue a Egotrón aunque Egotrón no necesita albergue, ni protección, ni compañía, Egotrón no puede sentirse solo como se sienten los hombres solos, como se sienten las mujeres solas, la mujer ya no tiene compañía, ni compuerta, ni compartimiento, ni recipiente, ni nada que recibir, es el aire el que se ha camuflado con esta mujer, con su vacío perfecto, asesino, furioso, el peligro invisible se ha manifestado de nuevo, el peligro invisible es en este caso la invisibilidad de un niño, la ausencia de un niño, mensaje urgente del comando central, unidad Egotrón repórtese, alerta Egotrón, responde Egotrón, responde, alerta, alerta, peligro inminente, invisible, perfecto, la cortina ha dejado de batirse, la soledad ha aterrizado en el apartamento, la soledad siempre aterriza bien, perfecta, indetenible, inaplazable, la soledad es perfecta como un robot, siempre es literal, inequívoca, en vivo, una bestia precisa de la oportunidad, la soledad es perfecta como un robot, perfecta como el rencor de una mujer, como el fracaso de un hombre que fracasa, antes de montarse en el carro el niño extiende la mano, necesita a Egotrón, él es el único que puede salvar al mundo ante la inminencia del peligro invisible, se le expiró al hombre el único instrumento perfecto que ha tenido en su vida, antes de entregarlo el hombre mira a los ojos de Egotrón, no despedirse es una forma de despedida, el hombre entrega el robot con cierto pesar, al sentir la mano del niño Egotrón activa la unidad de reconocimiento de piloto, tuuuuuiiisssssshhh, se abren las válvulas de circulación sincrónica de fluidos, se activa de nuevo el robot de juguete, sin el niño Egotrón es una perfección inerte, sin los hombres la vida es una perfección inerte, en eso se parece un robot a la vida, ambos son necesidades artificiales, la mayoría de las cosas son necesidades artificiales, innecesarias, no había necesidad de llegar a este extremo, nunca hay necesidad de nada, todo es una circunstancia irremediable de la voluntad, del error, el hombre trató, el hombre lo intentó, la felicidad no se trata, la felicidad se ejerce, el ejercicio de la felicidad es complicado, el ejercicio de la felicidad requiere un nivel elevado de abstracción, de negación al fracaso que es ejercerse, el ejercicio de la felicidad es un mecanismo, una maquinaria, en esto se parece a un robot, hay que ser un héroe para ejercer la felicidad, no hay héroe sin sacrificio, la infelicidad es mucho más sencilla, llana, inaplazable, la infelicidad no requiere de ejercicio, la infelicidad sólo se porta, no se ejerce, es un traje, no necesita sacrificio, lo de ellos fue una infelicidad portada a cuatro manos, en esta historia el único héroe es un robot de juguete, el único que podría llegar a ser feliz es Egotrón, para ser feliz es necesario no saberlo, narííííí narííííí narííííí, un mensaje surca el aire en forma de onda, es un mensaje infeliz, el robot de juguete lo capta, lo procesa a doce mil teutrinos por segundo, están buscando a Egotrón, están buscando al niño, al hombre, así lo dice el mensaje, el peligro se reitera inminente, invisible, innecesario, el hombre acelera y la soledad despega a la velocidad de la luz.
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Foto Manuel Li,
Vicente Forte Sillié
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