lunes, 6 de agosto de 2012
A Bruno Díaz le gusta Chopin
yo soy el batman; yo soy un yo encubierto, soy el disfraz de un disfraz; la realidad me cubre, me sepulta, soy el contenido de un ataúd invisible, implacable, soy nada, nadie, soy un ensayo, un ejercicio: un hombre es la manifestación de la inquebrantable voluntad de lo efímero, un hombre es el espectador de lo irredimible; yo soy el batman, pero ¿acaso no soy un hombre?, si me pincháis, ¿acaso no sangro?, si me hacéis cosquillas, ¿acaso no me río?; (¿soy yo el batman?), yo soy lo que se necesita que sea, no lo que quiero ser, soy un símbolo incorruptible, uno que no puede morir, una fuerza inamovible que es en la medida de los acontecimientos, en la medida de las circunstancias, en la medida de la ejecución, soy un hombre que ha renunciado a la ilusión que es elegir; nunca somos por nosotros mismos, decir yo soy es un error, las cosas adquieren su exacta dimensión mientras son hechas, por eso son irreparables, inexcusables, por eso lo correcto sería decir yo hago, no existe redención alguna, no existe salvación ni para el batman ni para los hombres, todo es irreparable por igual, el destino es un tirano que no perdona, que nunca se equivoca, que no falla, yo seré el batman pero mi destino ya eligió por mí y yo lo acepto porque puedo soportarlo; él es el batman; una ráfaga de viento entra de pronto en la cueva, la soledad siempre llama al aire, la soledad siempre atrae al espacio, la soledad ocupa demasiado espacio, el batman solitario se coloca la máscara, un hombre es una máscara encima de otra, un enmascarado es una redundancia, la máscara no hace al hombre, hace al enmascarado, el batman piensa mientras piensa: soy la manifestación efímera de la voluntad, soy la manifestación que escuece mi circunstancia, soy el héroe que merece la ciudad, no el que necesita; él es el batman, él se coloca los guantes fríos, implacables, él gira con violencia irguiendo la capa, haciéndole un corte transversal a la inercia, al aire intruso, él es el batman y en algún lugar unos tambores explotan al presentir su nombre, unos violines gimen furiosos, un bombo brama, todo se hace de una negritud informe; él aborda el vehículo negro, el batman es fanático del negro, el fanatismo ocurre cuando la fé se transforma en ansia, esta ansia es como la voluntad de un hombre, esta ansia oscura es especial, blindada, equipada de artefactos y artilugios especiales, esta ansia desarrolla de cero a sesenta kilómetros en cinco segundos y medio, esta ansia sale a la noche hecha una consecuencia, causa, ataúd, voluntad, ejercicio, sale en busca de su destino, porque el destino, como la soledad, atrae cosas, siempre hay un destino camino a encontrarse con un ansia, a encontrarse con un hombre, en este caso con un hombre enmascarado, con el batman; yo soy el batman, una vez más el destino me sale al encuentro, eso es lo que el destino sabe hacer: encontrar, lástima que la voluntad sea ineludible para quien la ejerce, yo ejerzo porque soy inexorable, porque es lo que se necesita, porque soy inamovible, porque puedo soportarlo; si soy implacable, de piedra, es porque alguien tiene que hacer sonar este río que es la justicia, la justicia es una fábrica de hombres solitarios, la justicia es el ensayo impotente de la verdad, la verdad te hará libre pero te quemará, la verdad te hará libre pero te herirá de muerte, la justicia es mi verdad, es mi forma de venganza, es mi forma de vivir, vivir es combustible: cuando respiro, ardo, hay hombres que sólo quieren ver el mundo arder; él es el batman, él es la redención de lo irredimible, la culpa que enfrenta a los culpables, él es la sombra que se escurre en la noche, él es la única noche que alumbra, el animal que espera, que siempre está esperando, latente, silente, en calma: letal; la señal está tatuada en el cielo, el cielo de la noche también tiene su sol: un astro de luz en forma de murciélago; él es el batman, el hombre en el disfraz, el disfraz en el dolor, el dolor es sumamente contagioso y esta noche promete epidemia, el batman ha detenido el vehículo antes de llegar a la esquina, el destino siempre viene en forma de esquina, la esquina del destino siempre termina en callejón, en el callejón le espera algo que le espera, él lo sabe, sin darse cuenta cierra su mano, el guante emite un chillido imperceptible de goma, el pulgar es el pestillo del puño, él le pasa la doble llave de la contundencia, abre la compuerta del ansia negra, la sombra de la noche se le escurre en los pulmones, la respira, arde, basta con inhalar para vislumbrar la mortalidad, él se llena los bronquios de muerte, ha llegado el momento, el batman pone una bota en tierra, el aire trae consigo un Nocturno en si bemol menor, él hombre siente su caricia, su forma de ablandar lo inminente, el aire siempre trae cosas, como la soledad, el espacio, como las melodías suaves de la noche, el batman desciende del vehículo y camina, apaciguado por la dulce melodía, resignado, certero, tras de sí deja una huella de mierda de murciélago con la forma de la suela de su bota: yo soy Bruno Díaz, él es el batman.
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