martes, 8 de junio de 2010

Churchill ha tomado la piedra y roto la ventana. Well done, Winston.

A ustedes cinco que son muchos.

“(…) This is what happens when an unstoppable force meets an immovable object (…)”. The Joker. The Dark Knight 2008.

Pienso: la vida es un chance, una oportunidad única en el escenario de la existencia. Pienso: todos en algún momento nos tiramos a escena, vamos a las tablas cargados de ilusiones y expectativas y hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. El público siempre es malo. Por eso a veces cerramos los ojos cuando recitamos o cantamos. El público no hace falta. La transcendencia está en el acto creativo y cada acto escapa de nosotros y de ellos, siempre, siempre se nos van de las manos y cobran vida propia nuestras marionetas. A las tablas de la vida hemos venido a sufrir, sentir, aprender, equivocarnos, padecernos. A vivir, pues. Sí, la vida es un chance ante un público bastante malo, uno que no importa, pues, cuando transcendemos, nos aniquilamos a nosotros mismos. Pienso.

La cerveza ha hecho su trabajo pero mi felicidad no es etílica. Ellos creen que estoy borracho y yo no les contradigo. Se la están pasando bien con mi alegría; yo mismo me la estoy pasando de lo más bien con mi alegría y con la de ellos. No sé bien como pudimos confluir los seis a este encuentro improvisado. Hasta el destino debe estar asombrado: nunca se perdonará no haber prestado atención, no haber evitado la fundición de seis fuerzas imparables destinadas a chocar contra el espejo de un sistema y sus circunstancias.

Somos seis pero somos miles. Es la alquimia: vamos dejando de ser líneas rectas paralelas para irnos convirtiendo, sin que lo notemos, en un círculo, en un agravio de causas y condiciones que nos van cercando de manera inexorable. En estos miles que somos seis discurre la música, la trova, la fotografía, el cine, la danza, la escritura, la pintura, la poesía… la vida. Somos la potencia de una semilla que ya contiene un árbol sin saberlo.

A pesar de la banalidad a la que siempre asisto cuanto estoy un bar, reconozco que este es un momento definitivo, importante, elmundocambiaestanoche me digo, jodido acontecimiento al que estoy acudiendo, hoy nacemos y con nosotros las opciones. El cambio. Larebelióncomienza. Puede que todo esté en mi cabeza, puede que yo sea el único que lo vea, el único que quiera verlo. Sea como sea, lo veo y está ocurriendo.

Pienso en la generación Beat. En los hippies, en El Techo de la Ballena, en los antipoetas, en los anarquistas, los punk… ¿Habrán sentido lo que yo estoy sintiendo? ¿Pudieron ver el inicio? No importa. Yo solo sé que nosotros somos algo, o nada, pero somos. Estamos bebiendo, debatiendo, escuchando música y cantando en este bar llamado Churchill. Movido por lo irresponsable que significa lo inevitable, me atrevo y nos llamo: somos los Churchillianos. Y ellos ríen.