lunes, 30 de noviembre de 2020

Niebla II

la palabra
es niebla
velo de aire

disipará
quedará su forma invisible
su molde
el silencio

sábado, 28 de noviembre de 2020

Niebla

detrás de la niebla
hay bosques
palabras
caminos

el precipicio
siempre está 
de este lado

jueves, 26 de noviembre de 2020

Resentimiento

el hombre
el hacha
el filo herrumbroso
la espera
la espera
la espera
el árbol que cae
el árbol caído
el resentimiento
la leña
en ese orden

sábado, 14 de noviembre de 2020

Vértigo

el abismo
es una bestia que nunca para de crecer
las apuestas están divididas
unos creen que al final
hay un lecho de rocas
otros
un trampolín olímpico

sin embargo 

el fondo
pudiera no tener fondo

y sin embargo

hay consenso en el vacío
en ese hueco
que es la boca del estómago cuando caemos

porque

un piano de cola
cae desde la ventana de un octavo piso
y ese vértigo
lo sentimos por igual todos

siempre

jueves, 12 de noviembre de 2020

Abismo sin fondo

un por qué
nunca posterga
su voracidad
es implacable
su abismo 
es insoportable
su amenaza
de vida
o muerte

jueves, 5 de noviembre de 2020

Gélido

hace frío
demasiado frío 
para pronunciar ciertas palabras
como "éxito" o "sociedad"

afortunadamente 
tengo suficiente leña
para conservar por mucho tiempo
la lumbre
de la soledad

martes, 3 de noviembre de 2020

Icebergmorfismo

Cuando Maquiavelo desarrolló su pensamiento en su libro El Príncipe, una obra caracterizada por su pragmatismo,  utilitarismo y transaccionalidad, lo hizo exclusivamente pensando, al parecer, en los mandatarios y la relación de estos con el poder y los súbditos.  Sin embargo, es indudable que la visión maquiavélica del mundo, que consideraba al hombre político como un ser predipuesto naturalmente a la degradación, si no de la moral, al menos de su carácter en el mejor de los casos, se ha ido asentando en el vientre mismo del hombre de hoy, ya no como sujeto de poder sino como individuo subjetivo aislado, como la persona (incluída la acepción de careta, máscara) individualista y autocentrada de estos tiempos históricos marcados por el neoliberalismo salvaje, el hiperconsumismo, la competencia caníbal y el darwinismo social.
Este nuevo hombre sometido además al peso del marketing y el imperativo del éxito, que sufre sin permitirse mostrar ese sufrimiento a otros, ese hombre "feliz" que bien pudiera asimilarse  en su fuero interno al modelo de Huxley, ese hombre "feliz" reitero, se repliega para sobrevivir-se, en la fortaleza material externa que ha logrado construir-se a punta de avaricia y sacrificio en los casos más afortunados, una fortaleza que idolatra y cuida a costillas de su placer,  su tranquilidad, su alegría y sobre todo, a costillas de su propia creatividad. Es en ese bastión de hielo, esa estructura de copia, de plagio y repetición que son las capas superpuestas de algo, que habita el ser translúcido, frío y espinoso que es el hombre iceberg, siempre defendiendo su propio merecimiento, su media verdad, su punta de verdad. Sin embargo, es debajo del agua que ese hombre esconde su pesimismo, su intolerancia, esa fragilidad extremadamente sensible en sus partes internas que encuentra compensación en ese deseo tanático de estar siempre presto a hundir un Titanic, a colisionar con la embarcación que es el otro, que es lo diferente, que es lo antagónico.