lunes, 1 de abril de 2019

El amor no es lo que duele No. 1.

Una noche mi hija se despertó, salió de su cuarto y se acostó a mi lado, justo en el poco espacio que quedaba entre su mamá y yo. Lo hizo con cautela para no despertarnos. Trató de abrazarme pero su bracito no fue lo suficientemente largo. Yo me desperté, intuí lo que pasaba, me volteé y la abracé. Ella me lanzó en un susurro: Papá tengo miedo. Fuimos dos.