sábado, 14 de mayo de 2011

Los ojos que nos miran, los ojos.

A la vida le han crecido ojos, narices, bocas. La existencia es todo oídos. Nada se escapa. Los juicios nos sorprenden in fraganti, los dedos nos señalan, nos delatan, nos adulan, califican: un Me Gusta, un Ya no me gusta, un Retweet, un Reshare, Reblog, Unfollow Unfollow Unfollow; el Gran Hermano ha muerto en plena labor de parto de araña y ha dejado de ser, ha perecido como ser solitario y único, el Gran Hermano ha parido y nos ha legado a sus cientos de querubines, que como él solía, siempre están al acecho, cazando, persiguiendo. Facebook, Twitter, Tumblr, Igoogle. Todos controlando. Siempre controlando. Siempre. El ejercicio de la humanidad se ha hecho colectivo, nadie puede vivir sin los otros cuando queremos ser Dioses. Y todos queremos, todos miramos. El Gran hermano ha parido. Ha muerto. Y todos miramos. Y nada se escapa.

El demonio ha evolucionado: ahora también se esconde más allá de la carne, se ha hecho un ser social y vive entre nosotros sin temor a un Dios que posiblemente ha muerto, sin temor al exorcismo, si necesitar de las sombras, sin esconderse. La oscuridad se aloja ahora en la existencia misma pero ya no usa máscaras. No las necesita. Las redes sociales son su careta. Es la careta y el instrumento de todos. El excremento del diablo ya no es el dinero, es la información. Y la información es la guadaña de los nuevos tiempos. Es la nueva mierda.

Mierda; si no somos precavidos podemos salir salpicados. Lucía nunca lo había pensado antes. Mierda, obvio que la foto no coincide, obvio que ya no le habla con dulzura, Fabrizzio es Fabrizzio pero no es Fabrizzio, yo vi sus fotos, yo vi tus fotos, yo te vi Fabrizzio, yo te conozco; él le escribió no puedo vivir sin ti Lucía, él me lo escribió; me jodieron, me jodieron, que pendeja fui, espero que no me maten, Diosito, por favor, no me quiero morir, que no me vayan a matar, porque si la matan se cae toda la operación, matarla no es negocio, ellos lo saben, no pueden darse ese lujo, la cuestión es que salgamos lo más rápido posible de esto, SIN ROLLO, NO QUIERO ROLLOS mamita, quédate quietecita, porque después de tanto trabajo lo que queda es finiquitar, fi-ni-qui-tar, cobrar los reales, entregar y enconcharse.

Pu-rup, Pu-rup, entran los mensajes en el Messenger del Blackberry y los delicados dedos de Lucía presionan las teclas diminutas y escribe Aquí, te estoy esperando, aquí Fabri, donde me dijiste : ), pero Lucía no llega a enviar el mensaje, ya no puede, ni a Fabri ni a nadie, no puede enviar, ha sentido la mano que le toma firme el brazo desde atrás y la contundencia del cañón afincándosele a la altura del riñón, Lucía no puede responder porque ESTO ES UN SECUESTRO MAMI, aquello era un secuestro; entra y no nos mires, baja la cabeza, baja la cabeza mami, si me miras te quiebro; Pero… Fabrizzio, Fabrizzio…, Fabrizzio nada muchacha gafa, Fabrizzio nada.

La nada no existe, el anonimato es anónimo, el italiano ardiente de Lucía es una foto vieja que se bajaron de un buscador de imágenes y colgaron en Facebook, ese es el nuevo modus operandi, ahora la delincuencia es romántica y ataca el corazón; vete quitando todas las prendas de una, despacito Lucia, y las tarjetas, danos las tarjetas, eso es; la cena romántica se jodió, los versitos cursis y las caritas felices por Google chat se acabaron, la ilusión fue pura ilusión, Señor, no me vaya hacer nada, agarre y lléveselo todo, no me haga nada, Cállate mija, calladita, no me mires, no nos mires, si te quedas tranquilita no te pasa nada y salimos de esto rapidito. Sin complicaciones.

Dos de los hombres esperan en el carro encendido. Fabrizzio, que no es Fabrizzio, espera cerca de los ascensores del estacionamiento, la única entrada y salida hacia el Centro Comercial. El hombre fuma relajado, haciendo tiempo. Lucía se ha retrasado unos minutos, pero el hombre no desespera. Ella vendrá. Ellas siempre vienen. La voluntad de las feas es ilimitada. El que coge fea, coge doble. Piensa y se sonríe en sus adentros.

Lucía sale del ascensor, en el nivel indicado, para la cita concertada con el hombre errado. Va tan excitada que no se percata del tipo que fuma cerca de los ascensores. Él le deja caminar unos pasos, ella se mueve con rapidez, sin ver a los lados, mientras le da a las teclas de su Blackberry. Él lanza el cigarrillo a un lado y mete su mano en el bolsillo de la chaqueta donde carga el revólver. Camina detrás de ella, le toma el brazo con la siniestra, la mano tosca asiendo el brazo delicado, mientras sin sacar la otra mano del bolsillo, le presiona la parte baja de la espalda con la boca del arma. El carro se mueve con diligencia y Lucía es empujada adentro. Rápido y sin complicaciones.

La idea es dar vueltas, cansarla, desmoralizarla, pura mente, el plan es que justo antes que se le vuelen los tapones llamamos a los padres, tenemos sus nombres señora, ya sabemos dónde viven, ya conocemos a toda la familia, bonitas las fotos de Puerto La Cruz, Lucía está chocadita de cara pero está divina en traje de baño, divina, nos dejan el dinero en, y nada de pacos, na-da-de-pa-cos, somos serios señora, somos serios.

A Lucía la dejaron botada en la carretera vieja. Antes de arrancar, uno de los tipos le devolvió el Blackberry. No lo necesitan. Son serios. En el terraplén vacío, seco y solitario, Lucía accede a Urbe Twitter. Gracias a Dios lo instaló con geolocalizador. La soledad está subestimada. Buzz. Buzz.

2 comentarios:

GarlaKat dijo...

Buenos relatos amigo, realmente buenas historias. Me anoto en tu blog. Un gusto leerte.

Ricardo dijo...

Crudo y real.